miércoles, 15 de junio de 2011

Un acercamiento a la nueva masculinidad

A lo largo de la historia, los hombres han tenido que cumplir con unos prototipos o roles de género, que la cultura a la cual pertenezcan o la sociedad en la cual habiten les impone. Como ejemplo de esto, vemos que la sociedad occidental le exige a los hombres para ser aprobados como viriles, la posesión de riquezas, poder, posición social, mujeres atractivas, devaluación de lo femenino, inhibición de emociones, agresividad, satisfacción sexual y tener capacidad de erección y eyaculación perdurable. Si alguna de estas exigencias falla, la construcción social de masculinidad tomará posición sobre éste y lo considerará como afeminado.

Estos rótulos que se les ha dado a los hombres que no cumplen con los roles esperados, han ido teniendo una transformación en el presente siglo; y esa concepción hegemónica de las sociedades patriarcales, se ha venido a pique con el panorama en que viven actualmente los seres humanos. Cada día, situaciones como el desempleo, la jubilación, los acontecimientos no normativos, enfrentan a los hombres a conflictos con respecto a las exigencias del medio y lo demuestran frágil ante las experiencias negativas, dando como resultado un comportamiento nuevo a las expectativas del grupo social.

Estos conflictos a los que me he referido, no son solo experimentados por adultos; los adolescentes también lo sufren, aunque de una manera diferente. “a los 12 o 13 años, atraviesan una fase de indeterminación que neutraliza completamente la sexualidad… vivían una atracción amorosa por el mismo sexo.” (Dolto, 1990) También hay quienes no sienten atracción por otra persona del mismo sexo, sino que asumen actitudes o comportamientos del sexo opuesto, sin que esto signifique que tienen una preferencia genérica homosexual, pero es ésta, la interpretación que socialmente se le da. Se hace pertinente en este punto, hacer una breve explicación de algunos conceptos básicos de la sexualidad. El primero de ellos es el sexo: este hace referencia a la biología con la que cada persona nace; se tiene pene y testículos en el caso de los hombres o se tiene vulva en el caso de las mujeres. El segundo es la identidad: que hace referencia a cómo se siente la persona, si se siente hombre o si se siente mujer y esto no necesariamente tiene que concordar con su sexo. El tercero es el rol de género: que son los comportamientos que socialmente se esperan que asuma un hombre y una mujer. Y el último de ellos es la preferencia genérica: que es la atracción que se siente por los hombres, las mujeres o ambos.

Con los anteriores conceptos claros, quiero retornar a los conflictos que se presentan al romper con los imaginarios colectivos de la sociedad cuando un hombre asume comportamientos considerados del sexo femenino. Como es claro que los adolescentes y en general los hombres en ocasiones asumen papeles característicos de las mujeres, se hace necesario tomar una nueva postura que cuestione la hegemonía patriarcal anteriormente mencionada y que resuelva los problemas internos y sociales que sufren aquellos que no pueden mantener el ideal social. Para ello, se ha venido haciendo referencia a un término conocido como la androginia; una conjunción entre el hombre y la mujer, para hacer a un lado la exageración de diferencias entre los sexos y prestarle más atención a sus semejanzas. La androginia pues, al ser una conjunción entre lo masculino y lo femenino, permite que se abran más posibilidades para que los rasgos de ambos, se presenten indistintamente y les permita responder de forma más efectiva, o adaptarse de mejor manera a las situaciones cambiantes del mundo, a esos acontecimientos que generan el conflicto y así adquirir un mejor funcionamiento global. (Patiño, 2009) La androginia entonces, está ligada a los roles de género que se asumen en un concepto de nueva masculinidad, entendida no bajo los parámetros hegemónicos, sino desde una comprensión del ser como mezcla de ambos sexos; permitiéndole a esos “machos” demostrar que también atraviesan momentos de fragilidad, carecen de poderío, o simplemente que pueden expresar libremente sus sentimientos.

Asumiendo la androginia como una posibilidad de nueva masculinidad, se descargan las tensiones que a lo largo del tiempo han llevado los hombres que ante ciertas situaciones, sienten que deben actuar de una manera diferente a las exigencias, que respondiendo de otra manera obtienen más logros que fracasos, pues han encontrado un punto de ajuste psicológico y social. La nueva masculinidad entiende y asume que el uso de comportamientos del otro sexo, no es sinónimo de homosexualidad; contrario a esto, las personas andróginas perfectamente podrían presentar una tipología de sexo masculino, identidad masculina, rol de género andrógino (masculino y femenino) y preferencia genérica heterosexual.

Ante las actitudes de “machismo” que se siguen presentando en las culturas, hoy las investigaciones plantean que los comportamientos andróginos, son más saludables, tienen mejor autoestima, autoeficacia, tienen más posibilidades de elegir comportamientos adecuados para cada situación y lograr mayor flexibilidad y adaptación a los entornos.

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